Bacalao a la vizcaína. La receta de bacalao que más me gusta.

Esta receta de bacalao a la vizcaína es la que hacía mi madre cuando yo era pequeño todos los Viernes Santos, recuerdo que me encantaba, ella es una gran cocinera y este plato en concreto le salía fenomenal. Resulta que no es difícil de hacer y sale bastante bien, te recomiendo que la pruebes para ti mismo o para invitar a alguien, te será fácil hacerla y quedarás fenomenal.

Sé que existen más o menos un millón de recetas de bacalao a la vizcaína y que no todas son lo ortodoxas que uno pudiera pensar, también sé que mi amiga de Vizcaya me echaría la bronca por poner un poco de tomate en la salsa, pero la verdad es que así está mucho más bueno; no se trata de una salsa de tomate, sólo de añadir un poco al sofrito para mejorarlo. Cuando hablas con alguien de Bilbao, dónde casi todos los hombres son buenos cocineros, te da cada uno una receta distinta, amenazando incluso con violencia física sobre los cocineros que la hacen diferente a él. Lo que he comprobado empíricamente es que todas las recetas que me han dado a probar en Bilbao estaban buenísimas, es un buen sitio para comer.

En esta receta emplearemos un pimiento seco, también llamado pimiento choricero; son más fáciles de usar de lo que crees y le dan mucho sabor a las recetas en las que los uses. En la sección de especias de cualquier supermercado los puedes encontrar. Algunos cocineros los emplean en complicados procesos de rehidratación, raspado,... Yo los uso fácilmente, no tienes más que ponerlos en agua caliente una hora o más y después la quitas el rabo y lo rituras con la batidora empleando parte del líquido.

Debes tener mucho cuidado con la sal, te recomiendo que emplees bacalao fresco o congelado, el salado es más difícil de usar y siempre tienes que tener cuidado con lo salado que te pueda quedar la receta.

INGREDIENTES:

- 2 trozos de bacalao.

- 1 cebolla.

- 2 dientes de ajo.

- 5 granos de pimienta negra.

- 1 pimiento seco (pimiento choricero).

- 4 cucharadas de tomate triturado.

- Media pastilla de caldo de pollo.

- Aceite de oliva.

PREPARACIÓN:

En un bol pones agua caliente, puedes usar la que sale del grifo bien caliente o calentar un poco en el microondas; que esté caliente pero no hirviendo. Dejas al pimiento seco en el agua caliente durante mucho tiempo para que se rehidrate, al menos una hora.

Pelas y picas la cebolla,  no tiene que ser muy fino porque luego lo trituraremos. Pelas dos dientes de ajo.

En una sartén pones un par de cucharadas de aceite de oliva y doras los dos dientes de ajo; una vez dorados los sacas de la sartén, dejando el aceite allí y los pones en el vaso de la batidora con los granos de pimienta. Le quitas el rabo al pimiento seco ya hidratado y lo pones (el pimiento no el rabo, eso lo tiras, claro) en el vaso de la batidora con el líquido incluido.

En la sartén con el aceite sofríes la cebolla picada con un media pastilla de caldo de pollo, cuando esté transparente le añades el tomate triturado y continúas el sofrito unos cinco minutos más. Lo retiras del fuego y lo añades al vaso de la batidora. Lo trituras todo muy bien hasta que quede muy homogéneo; usa un colador grande para eliminar pieles y pepitas que no se hayan triturado.

Pon el contenido del vaso de la batidora, que has triturado, de nuevo al fuego en la satén y déjalo reducir, moviendo frecuentemente para que no se queme, hasta que quede como una salsa. Coloca entonces los trozos de bacalao con la piel hacia arriba y cocínalos tres minutos por cada lado. Mientras se cocinan no los muevas tocando sobre ellos o se romperán, debes mover la sartén circularmente sobre el fuego (como si fuera para el pil-pil).

Retiras del fuego, emplatas, le pones un poco de perejil picado y listo, te quedará fenomenal.

Como despedida un chiste de vascos:

Entra uno de Bilbao en el Leroy Merlin de Baracaldo con una motosierra y le dice a un dependiente:

- Oiga, me dijo que esta motosierra cortaba 100 árboles a la hora y no pasa de 50.

- Pues no sé decirle, vamos a probarla.

El dependiente arranca la motosierra y, al escuchar el sonido del motor, el de Bilbao dice:

- ¡Aibalaostia! ¿Y ese ruido de qué es?